sábado, 14 de febrero de 2009

SABADO CORTO


La llame por teléfono para invitarla a salir, ella acepto enseguida, era casi medianoche y fui a recogerla a sus casa, estaba tan linda que me enamore un poco mas aquella noche, la tome de la mano y andamos por las calles del Olivar, cruzamos avenidas, parques oscuros, plazas luminosas y pasajes sin nombre. Nunca le dije que la amaba, aunque por dentro sentía derretirme por ella, aquella muchacha de cabello largo y sonrisa divina, se disfrazo de musa hasta llegar a mi corazón, pero nunca llego a amar mas que yo.
La bese bajo cada sombra de árbol que había en aquel parque, toque sus mas ocultos secretos, acaricie la totalidad de su cuerpo hasta encontrar tesoros escondidos entre sus pechos en forma de gemidos. Sabia que esto algún día terminaría, que ella no era totalmente mía, algún día se iría volando de aquel nido que le había construido. Yo la amaba como jamás ame a nadie, pero esa noche no lo sabia, solo quería que ese momento durara para siempre, quería que ella me recordara todos los catorce de febrero, pues aquel sábado, como todos los años, los amantes salían a las calles a regar de amor toda la ciudad.
Aquel sábado que duro poco, mi mundo cambio para siempre, había conocido a mi musa, la que me haría escribir sobre t
antas hojas como días tiene el año, contaría historias de amor que tendrían un poco de ella y un poco de mi. Aquella noche, lo recuerdo bien, hicimos el amor como dos locos que esperaban que el mundo se terminaba al día siguiente. Y luego, mientras la luz se sentía opacada por sus besos y mis caricias, me recosté en sus piernas, ella me empezó a acariciar el cabello y yo le cante una canción de Pablo, y le hable del amor, ese amor que hasta ahora siento... y que ella ya olvidó.



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