Cerré la puerta, apague la luz, abrí las cortinas que dan a la calle, guarde la llave en el velador, de la habitación cuatrocientos dos, en el cuarto piso del "Hotel Misti". Le afloje el vestido, me quite el abrigo, susurre bajito, avance despacio, se acostó conmigo y me beso en los labios. La abrace muy fuerte, se sintió dormida, se soltó el cabello, se asomo muy tierna, entre las sabanas de seda.
Esculpí monumentos de piel sobre sus pechos, me envolví entre caricias estrechas, me ahogue en sus besos con lengua, me deje caer sobre su vientre y mis labios encontraron nuevos placeres entre sus piernas, apreté sus muslos, me enrede con sus rodillas como un abrazo furtivo, recomencé en su espalda, como buscando murallas, baje tantas veces ella me lo pidió, me detuve menos de lo que quiso, provoque gemidos, invente sonidos que explicasen tanto éxtasis. Hicimos un pacto con nuestros cuerpos, nadamos en nuestros sudores y deseos, alcanzando estrellas del firmamento, estrechando nubes entre si, para formar figuras humanas, como copos de nieve.
La noche iba desapareciendo a medida que pasaba el tiempo, nunca fui bueno para finales felices, la bese en lugares insospechados, le dije falsas promesas que se nos permiten decir cuando estamos entre sabanas, juntos exploramos cada sobrenombre y subtitulo de la palabra "amor". Pero luego, recogimos nuestros destinos que dejamos en el suelo, yo me puse el abrigo y ella se puso el anillo, cerré las cortinas, abrí las ventanas y salimos huyendo de aquella habitación del cuarto piso. Sin decir palabras, sin pedir explicaciones, solo un oscuro secreto y una cruz llevada en los hombros... que somos amantes.
Esculpí monumentos de piel sobre sus pechos, me envolví entre caricias estrechas, me ahogue en sus besos con lengua, me deje caer sobre su vientre y mis labios encontraron nuevos placeres entre sus piernas, apreté sus muslos, me enrede con sus rodillas como un abrazo furtivo, recomencé en su espalda, como buscando murallas, baje tantas veces ella me lo pidió, me detuve menos de lo que quiso, provoque gemidos, invente sonidos que explicasen tanto éxtasis. Hicimos un pacto con nuestros cuerpos, nadamos en nuestros sudores y deseos, alcanzando estrellas del firmamento, estrechando nubes entre si, para formar figuras humanas, como copos de nieve.
La noche iba desapareciendo a medida que pasaba el tiempo, nunca fui bueno para finales felices, la bese en lugares insospechados, le dije falsas promesas que se nos permiten decir cuando estamos entre sabanas, juntos exploramos cada sobrenombre y subtitulo de la palabra "amor". Pero luego, recogimos nuestros destinos que dejamos en el suelo, yo me puse el abrigo y ella se puso el anillo, cerré las cortinas, abrí las ventanas y salimos huyendo de aquella habitación del cuarto piso. Sin decir palabras, sin pedir explicaciones, solo un oscuro secreto y una cruz llevada en los hombros... que somos amantes.
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