La vida te muestra detalles que a veces no podemos distinguir, nuevos caminos que a veces parecen muy largos, pero que con el tiempo te das cuenta que es lo mejor para uno, pero a veces solo quedan recuerdos, hechos imborrables que persisten en la mente.
Yo tenía veinte años cuando la conocí, por esas cosas del azar, nos topamos en una tienda de videos, hablamos sobre las mejores películas de épocas pasadas, sobre la mejor música de los noventa y el mejor cantante de todos los tiempos, ambos coincidimos que era Silvio Rodríguez.
Ella escribía sobre el amor, la fantasía de vivir y lo que le faltaba al mundo, me encantaba sus puntos de vistas, me gustaba leerla cada vez que llegaba un correo suyo a mi bandeja, contándome lo que pasaba a su alrededor. Parecíamos almas gemelas, tantos años y no había encontrado alguien tan semejante a mi, quitándome los defectos y aumentando la imaginación. Pero como en todas las historias, nada era perfecto, pues ella tenía un novio, un tipo apuesto y practico, con un buen trabajo, sin buen gusto en la música y sin la menor idea de quien es Silvio Rodríguez.
Una dia la invite a salir y caminamos por el Parque de la Reserva, andamos alrededor de la laguna, lanzándole comida a los patos y hablando de la vida que nos toco vivir, de los sueños que tendremos porque luchar, de las cosas que debemos hacer y no debemos hacer. Cantamos juntos temas de Silvio, intercambiamos poemas y nos sentamos en la acera para oír a un cantante callejero que tocaba una canción revolucionaria. “Porque no te conocí antes?” me dijo ella con un gesto tierno y casi resignado, “porque andabas buscando flores donde crecen piedras” le dije mientras ella entendía el mensaje. “Habrá alguna oportunidad para nosotros?” me preguntó mientras me tomaba la mano, ella amaba a su novio y no quería equivocarse, tenia temor de oír a su corazón, yo mirándola a los ojos y soltando una sonrisa empobrecida le dije: “Me gustaría saberlo yo también”.
Y seguimos andando por las calles de Lima, le regale una rosa roja, con una tarjeta que hablaba de su nombre mezclado con un poema improvisado, le dije que guarde siempre esa tarjeta, porque talvez sea lo ultimo que le escriba. Entonces ella me lanzo una promesa; “Se que nosotros algún dia nosotros escribiremos una historia juntos, mientras tanto, tu sigue haciendo tu vida y yo la mía, el destino se encargara de juntarnos de nuevo y buscaremos la felicidad en nuestros mundos”, juramos volver a ese lugar dentro de un año, buscarnos en esa misma banca que esta cerca del lago, y decirnos lo que aquella noche no pudimos decirnos. Me beso en los labios bajo la oscuridad de la noche, me dejo su aroma y su nombre guardados bajo mi pecho, el recuerdo de algo que no pudo ser y la esperanza de algo que algún dia será.
Pero nunca mas volví a ese parque, en los cincos años que transcurrieron ni mencione aquel lugar ni aquella mujer que prometió recordarme en silencio, porque el amor es presente, porque nunca aprendí a cumplir mis promesas y quizás también porque si ella se parecía tanto a mi, así lo hubiese querido. Los vientos se hacen fuertes esta noche, la oscuridad anda creciendo a mi alrededor y la luna dibuja reflejos sobre este lago inmenso que hoy vine a visitar, para recordar viejos tiempos o talvez esperar a alguien que jamás llegara.
Yo tenía veinte años cuando la conocí, por esas cosas del azar, nos topamos en una tienda de videos, hablamos sobre las mejores películas de épocas pasadas, sobre la mejor música de los noventa y el mejor cantante de todos los tiempos, ambos coincidimos que era Silvio Rodríguez.
Ella escribía sobre el amor, la fantasía de vivir y lo que le faltaba al mundo, me encantaba sus puntos de vistas, me gustaba leerla cada vez que llegaba un correo suyo a mi bandeja, contándome lo que pasaba a su alrededor. Parecíamos almas gemelas, tantos años y no había encontrado alguien tan semejante a mi, quitándome los defectos y aumentando la imaginación. Pero como en todas las historias, nada era perfecto, pues ella tenía un novio, un tipo apuesto y practico, con un buen trabajo, sin buen gusto en la música y sin la menor idea de quien es Silvio Rodríguez.
Una dia la invite a salir y caminamos por el Parque de la Reserva, andamos alrededor de la laguna, lanzándole comida a los patos y hablando de la vida que nos toco vivir, de los sueños que tendremos porque luchar, de las cosas que debemos hacer y no debemos hacer. Cantamos juntos temas de Silvio, intercambiamos poemas y nos sentamos en la acera para oír a un cantante callejero que tocaba una canción revolucionaria. “Porque no te conocí antes?” me dijo ella con un gesto tierno y casi resignado, “porque andabas buscando flores donde crecen piedras” le dije mientras ella entendía el mensaje. “Habrá alguna oportunidad para nosotros?” me preguntó mientras me tomaba la mano, ella amaba a su novio y no quería equivocarse, tenia temor de oír a su corazón, yo mirándola a los ojos y soltando una sonrisa empobrecida le dije: “Me gustaría saberlo yo también”.
Y seguimos andando por las calles de Lima, le regale una rosa roja, con una tarjeta que hablaba de su nombre mezclado con un poema improvisado, le dije que guarde siempre esa tarjeta, porque talvez sea lo ultimo que le escriba. Entonces ella me lanzo una promesa; “Se que nosotros algún dia nosotros escribiremos una historia juntos, mientras tanto, tu sigue haciendo tu vida y yo la mía, el destino se encargara de juntarnos de nuevo y buscaremos la felicidad en nuestros mundos”, juramos volver a ese lugar dentro de un año, buscarnos en esa misma banca que esta cerca del lago, y decirnos lo que aquella noche no pudimos decirnos. Me beso en los labios bajo la oscuridad de la noche, me dejo su aroma y su nombre guardados bajo mi pecho, el recuerdo de algo que no pudo ser y la esperanza de algo que algún dia será.
Pero nunca mas volví a ese parque, en los cincos años que transcurrieron ni mencione aquel lugar ni aquella mujer que prometió recordarme en silencio, porque el amor es presente, porque nunca aprendí a cumplir mis promesas y quizás también porque si ella se parecía tanto a mi, así lo hubiese querido. Los vientos se hacen fuertes esta noche, la oscuridad anda creciendo a mi alrededor y la luna dibuja reflejos sobre este lago inmenso que hoy vine a visitar, para recordar viejos tiempos o talvez esperar a alguien que jamás llegara.
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