jueves, 5 de febrero de 2009

CARTA A UNA AMIGA LEJANA

Querida amiga, se que al leer esta carta debes estar sentada en ese viejo sofá que tantas veces cobijo tus tristezas, tus miedos y rencores. Se también que estarás muy contenta de leerme, porque la amistad es de los pocos tesoros del que uno se ofrece entero sin el menor miedo alguno. Los amigos son para siempre, eso es algo que los amantes aun no han entendido, por eso me detuve un instante para pensar en ti y decirte que las hojas de los árboles siguen volando como si fuera otoño, los cielos van cayendo a pedazos sobre el mar naranja cuando llega la tarde, y yo empecé a extrañarte de algún modo. Los días pasan sin saber de ti y se va formando una bola de nieve que amenaza arrasar todo a su paso. Parece que el universo conspira para tu ausencia, las galaxias se hacen cómplices del azar y tú aun no estas dispuesta a aparecer por mi ventana.
Te llevo conociendo desde hace mucho tiempo, hasta me aprendí tus gestos y puedo adivinar cuando estas mintiendo, cuando dices la verdad y cuando esperas que una mentira se haga realidad. Puedo también creer tus medias verdades hasta el día que tu lo decidas, porque los amigos siempre somos cómplices de los secretos, aun sin ser contados. Puedo hacer todo eso y mas, porque nos aceptamos tal como somos, porque somos cada día mas imperfectos productos de nuestra naturaleza ruin. Aprendo a no quejarme, entiendo ser libre por sobre todas las cosas, incluso sobre las cadenas con las que a veces nacemos. Pero esto es la vida y hay que vivirla al máximo con el menor cargo de culpa,
Querida amiga, esta anocheciendo y nesecitaba hablar contigo, talvez solo para darte las gracias por la alegría de tu amistad, por la buena noticia de que estamos aquí por el tiempo que nos quede, quizás hasta envejecer juntos saludándonos por esta ventana tan pequeña, sin mostrarnos mas que a nosotros mismos con el corazón en la mano y el alma al descubierto. El tiempo sigue transcurriendo y decidí extrañarte toda la noche, hasta que decidas aparecer, pues eso hacen los amigos. Somos como labios que nesecitan ser dos para poder sonreír.

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