sábado, 5 de junio de 2010

YO, EL CREYENTE

Entro a la iglesia San Jerónimo, recorro los pasillos y me detengo a mirar las flores que dejan los fieles. Nunca me gustó regalar flores, ni siquiera en mis momentos más trágicos. Pero la gente cambia de acuerdo al cristal con que mire, o también por los años que ha vivido.

Llego al pasadizo final, camino al altar y me encuentro con la imagen de Cristo, entre clavos y espinas, me arrodillo ante su imagen como no lo había hecho hace más de veinte años. Cuando era apenas un niño, y solo creía en lo que me decía mi madre.

Mientras veo la imagen de dios que al parecer se ha dado cuenta de que he llegado, lo miro fijamente, empiezo a orar en silencio y le digo: “eres tú quien esta moviendo las fichas de mi destino?. Porque si es tu mano quien me guía… por favor no me dejes caer esta vez”

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