
Llego al pasadizo final, camino al altar y me encuentro con la imagen de Cristo, entre clavos y espinas, me arrodillo ante su imagen como no lo había hecho hace más de veinte años. Cuando era apenas un niño, y solo creía en lo que me decía mi madre.
Mientras veo la imagen de dios que al parecer se ha dado cuenta de que he llegado, lo miro fijamente, empiezo a orar en silencio y le digo: “eres tú quien esta moviendo las fichas de mi destino?. Porque si es tu mano quien me guía… por favor no me dejes caer esta vez”
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