sábado, 2 de mayo de 2009

YO ESCRITOR


El se sentó a escribir sobre su pasado, ese pasado que ya dejo de sonreírle, sobre su mesa hay varios cigarrillos que se han consumido durante la noche, el teclado de su computadora tiene las letras borrosas producto de días interminables y textos inmensos, El calendario le dice que hoy es su cumpleaños pero eso ya no le interesa, él solo desea escribir, sobre sus manos yacen el paso de los años, la vida no ha tenido piedad alguna de su cuerpo, ahora después de tanto café, alcohol, cigarrillos y noches mundanas, sus sesenta años le pasan la factura, su cabello es gris, sus rodillas están adoloridas de tanto subir las escaleras, sus manos arrugadas y temblorosas le piden un descanso, pero el no hace caso, prefiere escribir a seguir respirando.

Son las dos de la mañana, se sirve una copa de vino y se asoma por su ventana, se sienta en el viejo sofá, abre sus cortinas y mientras ve la luna llena, sonríe un poco, como haciéndole un gesto obsceno a su existencia, se sirve otra copa de vino, ahora apaga la luz y sentado en el sofá mira los caminos lejanos que terminan en su puerta, como esperando la llegada de quien ya no vendrá, aquella musa que alguna vez al oírle un poema intenso en el oído, le sugirió que si no sabia aun que hacer con su vida, que mejor se haga escritor.

Lo extraño es que a pesar de haber escrito algunos libros con mediana aceptación, haber conocido lugares distintos y lejanos, de haber compartido amores paganos, él nunca supo que hacer con su vida, lo único que sabía era que esperaría a aquella musa hasta su último día. Pero ya son las 3 de la mañana, él se b
ebe el ultimo sorbo de vino que quedaba en la botella, suelta un suspiro profundo, y deja una frase como viene soltando cada noche, durante los últimos treinta años: “Se que algún día tu vendrás”….y cierra las cortinas.

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