Ella se distrae del mundo inventando fantasías en un papel.
El anda buscando musas que puedan caber entre rimas asonantes.
Ella ya sabe lo que es el amor, la pasión, el dolor y el perdón.
El cuando ve al amor, solo avanza tres pasos y luego sale huyendo.
Ella fantasea en su alcoba encuentros furtivos que terminan en sudor.
El complace sus fantasías en noches mundanas, sin culpa ni perdón.
Ella le escribe al viento, al silencio, a los pies descalzos y su alrededor.
El solo le escribe al deseo lujurioso de encontrarse en cuerpos sin amor.
Ella tiene más de cuatro décadas viéndolo todo, sufriendo y viviéndolo todo.
El aun busca saber que hay de tras de todas las cosas y de todas las palabras.
Ella dibuja las frases que luego se publican en los libros de poesía.
El tiene esos libros debajo de su almohada para ayudarse a soñar.
Ella es una gran poetisa, ganadora de concursos y medallas al merito.
El anhela un día escribir como ella, hundirse en los sentimientos como ella lo hace.
Ella lo quiere y talvez no se lo ha dicho de las formas suficientes.
El la quiere, y no ha encontrado mas formas de demostrárselo.
Ella tiene un corazón donde podría caber el universo entero.
El solo tiene un alfiler clavado en el suyo, cerrándole el paso a todo lo demás.
Ella se despierta con el canto del coqui entrando por su ventana.
El no duerme hasta que cese el ruido de los gatos que andan por su techo.
Ella escondida bajo el cielo de Cabo Rojo, enciende su ordenador y se pone a escribir.
El oculto entre la espesa niebla de Lima, enciende su ordenador... y también se pone a escribir.
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