sábado, 27 de febrero de 2010

CONFESIONES DE UN ANIMAL NOCTURNO


Estoy empezando a tenerle miedo a la noche y sus silencios, a los lugares vacios, a los caminos oscuros que deambulo solitario, en algún momento entraré en pánico y me pondré a recordarte. Como extraño tus manos sobre las mías, los viajes en autobús viendo los amaneceres, las noches de hotel donde no teníamos mas pertenencias que nosotros mismos, parece que cada recuerdo se estrella contra un muro grande y poderoso que ha sido construido por aquello que llamamos realidad. Es casi imposible salir de este hoyo sin tu ayuda, necesito que me lances un salvavidas como tantas veces lo has hecho y decir que me esperas en la orilla, aunque eso tal vez ya no lo hagas. Pero necesito ciertas cosas que me ayuden a seguir, porque te soy sincero, estar solo en este momento me mata de miedo.

No tengo cosas que puedan distraerme después de la medianoche, ya todos duermen cuando yo recién me encuentro conmigo mismo, y es cuando lo peor está por empezar, porque encontrarse con uno mismo, es aceptar que hay cosas que ya no sucederán, que ya lo vivido nunca más regresará. Como dueles por las noches, cuando todos callan, mi memoria te nombra a gritos, te deletrea lentamente que cada vocal le hace un agujero a mi alma. Me dejaste un cuaderno con tus escritos, tus dibujos tan tiernos, un mechón de tu cabello pegada a una foto tuya con el cantante Edgar Oceransky, como no amar esas locuras. Aquel cuaderno se ha hecho mi amigo, me cuenta de las horas que pasaste con él platicándole de mí, de las líneas que trazabas mientras cantabas un tema de Raúl Ornelas, me cuenta de las veces que te vió sonreír mientras escribías mi nombre, como le he tomado cariño a ese cuaderno, mañana mismo le comprare un estuche.

Así se me pasa la vida, hablando con el pasado, agonizando en el presente, soñando con un futuro no tan prometedor. Me queda una pena tendida en el corazón, una herida que nunca va a cicatrizar porque no quiero que cicatrice, ya que es lo mejor que me ha podido ocurrir. Estoy aprendiendo a escribir y me has dado la mejor de las inspiraciones, un dolor inmenso que solo se calma cuando escribo de ti. Ahora ya tengo a quien extrañar de verdad, ya tengo a quien decirle que la amé como se ama a la vida… con lágrimas y sonrisas.

Donde quiera que estés...Gracias.

2 comentarios:

Lovely dijo...

Y es cuando uno mismo aprende amar es cuando el dolor entra en nuestros corazones, pero lo bueno es haberlo tenido, y es ahi cuando uno agradece todo lo que se le ha dado; muy buena entrada ^^ te mando un beso, cuidate mucho y hasta pronto =)

Tatiana Aguilera dijo...

Tanto dolor amigo, tanto sufrimiento. Como bien dices la noche es terrible con los recuerdos...Escribir te ayudará a extipar parte de la tristeza.
Un abrazo.