Ahora que no estás conmigo, mi habitación se ve más grande, los espacios son inmensos, cuando suelto un grito mi voz ya no llega a la ventana, ni siquiera el eco que acompañaba mi canto se ha quedado a observarme mientras me lamento. Soy un ser muerto en vida, insomne, patético, suicida, que busca todos los caminos para caer en el dolor de la nostalgia. Estoy a la espera de un perdón de un crimen que no cometí, pero esta noche toda ayuda para seguir respirando.
Son casi las dos de la mañana y un mensaje tuyo me llega al celular, pidiéndome que esté tranquilo, que a pesar de todo me sigues queriendo. Fue como un respirador artificial, como una inyección de morfina a última hora. Lo demás fue muy sencillo, me sentí cansado, somnoliento y luego de unos minutos y varios suspiros, me apoye en mi almohada… y dormí como un niño.
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