Entre tantas hojas escritas, entre canciones perdidas, entre minutos echados a la basura y un silencio sin remedio, encontré tus palabras guardadas asomándose detrás de los discos de Oceransky. Como olvidarte princesa, si tu fuiste quien comenzó mi vida, quien le puso las tildes y las mayúsculas a este pedazo de existencia que son mis días.
En momentos como este es cuando me haces bien, cuando todos se han ido y en tu espejo puedo ver a un ser humanizado, que alguna vez amó y lo amaron. Ya no tengo alas para ir a buscarte, y si lo hiciera, no existen mapas que puedan hallarte, mi vuelo no llega a donde habitan los muertos. Ya no estas, firmaste tu epitafio, borraste tus cenizas... y te mudaste a mis recuerdos.
2 comentarios:
Menos mal que los recuerdos permanecen...¿qué sería de las vidas sin ellos?
Un abrazo René
Seria un abismo irremediable. Un abrazo Teresita.
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