Hoy mientras escribía tu dormías sobre la cama, dabas ronquidos de cansancio, soñando conmigo, pronunciando mi nombre a travez de la almohada. Te escuchaba tan cerquita, tranquila e inerte. La madrugada fue solo un evento pasajero, yo seguía en el ordenador escribiendo historias, mientras tu agonizabas ante mis ojos, estirando los brazos buscando mi alma que caía sobre las hojas de mis cuadernos. Era verdad lo que decían, mientras uno escribe, la vida se muere en silencio.
Ya esta amaneciendo, he llenado dos cuadernos pero mi existencia se ha tornado gris, debil, como si me faltaras tú. He tomado mi abrigo, te desperté y salí contigo a provocar el destino... es tiempo de vivir.
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