Mi alma es ese traje viejo que coquetea con el olvido, ese botón de la camisa que ya nunca uso, mi alma permanece lejana en un lugar distante a mis ojos, a mis labios, a mi respiración. Hay veces en que extraño tener un alma, pero ni aun así voy en su búsqueda, prefiero olvidar que algún día fui humano, que algún día amé en serio y que probablemente me amaron también.
Mi alma no sabe de risas, ni de lagrimas ni de nada. Soy un pedazo de miseria envuelta en piel morena, en busca de otras miserias igual que la mía, me disfrazo de misterio, aprendo palabras nuevas para no parecer tan corriente. Es la vida que tome, destruyendo todo a mi paso, hiriendo a la gente de mi alrededor, y de vez en cuando fingir que amo.
Ayer llovía a raudales y mi alma toco la puerta de mi vida, dispuesta a buscar refugio, la deje pasar, nos tomamos un café, compartimos algunas risas y al terminar la noche, le pedí que se marchara... pero prometió regresar.
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