
Como explicar lo que sentia nuestros cuerpos al estar juntos, le encontrabamos sinonimos al pecado, y nuestros labios se iban condenando cada vez mas conforme avanzaba la noche. Sus manos hablaban por si solas el lenguaje de la lujuria y mis labios ya no me pertenecian. Ella era la dueña de todo mi ser y podia hacer lo que quisiera conmigo. Podia utilizarme y dejarme en el camino si asi lo deseara, yo no iba a tomar resistencia ante sus deseos.
Pero eso nunca paso, ella me beso tantas veces que recupere el aliento, su piel se transformo en un bello refugio para una noche como esta. Una habitacion de hotel de numero impar y una botella de vino para tranquilizar la conciencia. No recuerdo mas de esa noche, solo se que prometimos no llorar cuando todo esto termine.
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