La mañana los sorprende bajo las sabanas blancas, una ducha de agua fria y el desayuno en la cama, él le pone el mundo a sus pies, ella se lo paga con sonrisas. Cada quien en su mundo de miradas distintas, de sentimientos semejantes pero no iguales. Él la ama con todo su ser y con toda la sangre que tiene en sus venas, Ella lo ama como solo sabe amar una mujer.
La tarde se asoma por la ventana y la distancia dibuja sonrisas extrañas en sus rostros. Él en la oficina y ella en la peluqueria, cada quien cuidando sus intereses. El lo tiene todo y a ella no le falta nada.. casi nada, Él todo se lo dá pero no es lo que ella desea, porque lo que desea jamas se lo ha pedido.
Y es que el amor no nesecita carteles de permiso ni avisos de bienvenida. Simplemente el amor nace de la piel, de las entrañas, que hacen crecer mariposas en el estomago. El amor es aquel jardin que se debe regar con las aguas del presente. Demostrar siempre y ahora mismo cuanto amas a alguien hace la diferencia entre la comodidad y la felicidad.
El envuelto entre papeles firmados, entre contratos a largo plazo y cuentas bancarias. Ella disfrutando su presente en los brazos de alguien que supo leer entre lineas sus ganas de ser amada. Envuelta entre sabanas rojas, entre luces media encendidas, entre detalles romanticos que aquel joven supo darle. Para que ella lo ame bajo el cielo infinito, como solo una mujer sabe amar.
La noche esta terminando. Él llega cansado del trabajo, ella lo recibe con un beso en la mejilla. Ella luce hermosa bajo ese peinado y ese traje de seda... pero él no lo nota.
Amores extraños, cuerpos que no hablan el mismo idioma, papeles firmados hasta que la muerte los separe, sueñan bajo el mismo lecho pero sus corazones duermen en camas separadas... confundiendo la comodidad con la felicidad.
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