HISTORIA DE UNA PRINCESA I

Saliste de tu reino para ver como el mundo giraba sin ti, como la gravedad y las demás propiedades de la física seguían rigiéndose de la misma forma. Nada ha cambiado en el planeta… aparentemente.

Bajo el suelo firme el corazón de los hombres si ha tenido cambios, en los poemas de Sabines y Benedetti a la palabra mujer se le ha notado cierta disminución en intensidad. Has dejado de ser el centro de la galaxia de una manera tan brusca que para algunas almas aun se nos hace difícil de creer. Aquella princesa de los mundos perdidos, la que jugaba a la pasión dentro de sus propias reglas, la que recibía todo y solo devolvió la mitad, aquella que nos enseño que el amor eterno solo dura cien días, se siente caprichosa del tiempo alegando que su belleza va mas allá de los calendarios.

Y tiene razón en ser así, porque desde que se fue nosotros ya no somos los mismos. Entre mis noches de soledad trato de recordar un poco de su piel para escribir un poema, recojo sus frases que dejo caer sobre mi cama para intentar explicar su partida. Sigo girando con este mundo que sin ella solo vuelve a ser otro cuerpo celeste y conservo su aroma a margaritas por si una noche, después de tantas noches… se atreve a regresar.