HISTORIA DE UNA PRINCESA II

Y un día regresaste sin haberte soñado, yo que controlo hasta el viento que respiro, no supe prevenir tu llegada. Retomaste lo que alguna vez fue tuyo, incluso mi corazón, nunca pediste permiso, ese no es tu estilo, solo habitaste este vacío que estaba a punto de olvidarte.

Me enseñaste a escribir poesía, siempre fuiste una mujer de pocas palabras, tus gestos decían mucho más. Usaste mi alma para alimentar la tuya, hiciste lo que se te antojó con mi cuerpo bajo tus sabanas, mi orgullo se volvió un desecho oscuro ante el huracán salvaje de tu ego, sin embargo nunca lamenté que hayas regresado, para mí volviste a ser la estrella que me faltaba para sentirme iluminado.

Pero olvide tus reglas de juego, el amor eterno solo dura cien días. Una noche de Marzo dejaste mi cama fría y vacía nuevamente, te llevaste tus frases, tus aromas y tus imágenes. Cuando desperté, extendí mi brazo y tú ya no estabas, te habías perdido entre la niebla de aquel cruel invierno. Solo un papel había quedado sobre tu almohada, y unas últimas palabras que decían: “Solo quería sentirme amada de verdad por un instante y dios sabe que nadie me amara como tú… pero mis caminos van mas allá”.