La noche se cae a pedazos desde el cielo, en gotas pequeñas van mojando nuestros rostros como queriendo derretir nuestras caretas o simplemente ocultar nuestras lagrimas que van cayendo a travez de la soledad que nos carcome los huesos. Pero este otoño me detuve un instante en mis quehaceres cotidianos y quise caminar por estas calles que siempre tienen algo que decirme. Cada persona que pasa es una historia distinta y cada historia que cuentan no siempre son escuchadas, es por eso que salgo a caminar por estas mismas calles que llevan algo magico entre sus pasajes y sus lados oscuros tienen mucho que mostrar en este otoño silencioso.
Las aceras brillan mas de noche cuando estan humedas y los sonidos de los autos se pierden con el viento que ya se pone ruidoso con el caer de la lluvia, siento humedecer mis manos al encender un cigarrillo y mis zapatos sienten ese desbalanceo peligroso que ofrecen los caminos. Nadie me espera al terminar de andar estas calles, ya todas se fueron y a casi todas olvide con el pasar de los dias. Ahora navego en olas de frio y construyo refugios con palabras rebuscadas de poemas de Sabines o Benedetti para cubrirme de tantas ausencias. Es que nadie se quiso quedar conmigo y yo no pude dejar esa vieja costumbre de no luchar por mantener a alguien a mi lado, prefiero cambiar de pagina y seguir con la historia hasta terminar con el libro, aquel libro de la vida que cada uno escribe dia a dia durante toda nuestra existencia.
La lluvia no para ni sabe de pausas misericordiosas, le importa poco que mi rostro se vaya borrando de tanto mirar al cielo. Las luces que nacen a lo largo del camino no permite que me pierda ni me detenga a un lado para tomar un respiro, la noche continua su paso por la vida y yo espero cerrar los ojos de a poco hasta sentirte conmigo y poder oir tu voz que se quiebra con el frio bajo esta lluvia de otoño no sabe de olvidos.
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