Déjame decirte por última vez que te quiero, aunque ya no quieras escucharlo de mis labios, aunque ya no te acelere la sangre al saberlo. Déjame caer sobre tus pisadas, humillarme en el silencio de tu indiferencia, buscar mi complacencia entre tus zapatos, sentir que ya estoy muerto, que fue un suicidio involuntario. Como se jode todo cuando ya no lo habitas, como se caen las palabras y naufragan los versos cuando no te nombran. Me he convertido en un huérfano de musas, un anónimo ensombrecido por sus vicios, un alma en pena a quien nadie quiere escuchar.
Déjame decirte que te quiero, no tengo a quien más decírselo. Los cuerpos que despiertan conmigo no quieren oírlo, ellas solo buscan mentiras que las hagan reír, no desean ver a un animal nocturno abriendo su corazón. Por favor, déjame decirte que te quiero, y si no quieres escucharlo de mis labios… al menos déjame escribirlo.
1 comentario:
La necesidad de sacar esos te quieros, llega a ser muy frustrante cuando no podemos decirlo, y siendo un hecho tan simple nos causa gran amargura, pero como lo dices al menos escribiéndolos podemos desahogarlos.
Un saludo.
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