martes, 12 de enero de 2010

AUTOBIOGRAFICO - EL APRENDIZAJE

Cuando pase por la calle Quilca fue para comprarme libros, uno que otro poster de John Lennon y todos las cintas de trova que podían existir, no sabía que esa misma calle se llenaba de prostitutas después de las siete de la noche y que los bares mostraban lo mejor de la vida bohemia cuando caía la luna.

Ahora que conozco mas de esa calle, de sus días y sus noches, sigo regresando para recoger lo que me falto comprar, lo que no se intercambia con dinero, aquellas pequeñas cosas de las que está hecha la vida… las emociones perdidas que llenan vacíos.

1 comentario:

Teperepe dijo...

La calle también vende sueños. Atrapa uno y sé feliz.


Tere