CADA DOMINGO POR LA NOCHE

Ella se desvanece con la llegada de la noche, se oculta de la gente, se refugia en sus muros de tristeza, esperando que caiga un milagro en forma de estrella, pedir un deseo y suspirar profundamente bajo la luna llena. Recuerda que alguna vez fue feliz, que dibujo sonrisas en caritas pequeñas, enseñándoles a volar con sus pequeñas alas, para luego quedarse en aquel nido que ahora huele a silencio. Son las leyes de la vida, ella lo supo entender, siguió su camino sola, con la fuerza que solo tiene una mujer.

Pero ella no siempre está sola, de vez en cuando la vida le deja un clavel sobre su almohada, el sol la llama por aquella ventana, deletrea su nombre en tonadas conocidas y le dice que siempre es mejor existir. Ella se echa colores en la cara, se pone el mejor vestido, le lanza besos al viento, canta en voz alta y entiendo que a pesar de todo hay que seguir.

Y cada domingo por la noche, mientras todos duermen, recibe una llamada de alguien especial, que le dice: “sabes cómo te quiero?, te quiero como solo se quieren las cosas ciertas” llenándola de emoción, le promete estar siempre al otro lado de la luna, le recita poemas de Neruda y a veces hasta le canta una canción. Ambos viven su fantasía particular, sonríen, vuelven a ser felices y por una noche a la semana calman su soledad. Luego de decirse tantas palabras dulces, ella duerme tranquila entre sus cuatro paredes grises, y él se refugia en este pequeño blog para escribir sobre las cosas que no pueden ser y las cosas que fueron sin ser realidad.