lunes, 28 de septiembre de 2009

FLOR DIURNA

Se tomaron un café en el único bar que estaba abierto a esa hora, la gente del lugar los miraba como si fuesen seres extraños, había que acostumbrarse a eso si querían seguir bebiendo su café. El era un rebelde suicida, un incomprendido de esos que de vez en cuando suelta la vida, ella era una prostituta de la Calle Palermo que jugaba a vivir de madrugada en busca de amor o algo que se le parezca. Ambos con un pasado en ruinas y un presente en decadencia, al tomar sus manos suavemente, veían en los ojos del otro, un futuro aun indescifrable pero alentador.

Se dijeron casi todos sus secretos, resaltaron sus defectos, se mostraron tal como son. Él prometió olvidar su pasado y volver a nacer, ella decidió dejar su presente y aprender a sonreír. Se amaron tanto aquella noche, por los días en que no se habían conocido y por los días que vendrán. Él le regalo una rosa diciéndole que la amaría por siempre, ella le regalo un abrazo que no estaba acostumbrada a dar y también prometió amarlo por siempre.

Fueron felices como se los permitió el destino, reconocieron sus corazones en los ojos del otro, comprendieron que la vida les había dado una nueva oportunidad así que lucharon por un porvenir, hasta que las eternidades pongan su punto final. Porque hablar de eternidades en el amor, solo es hablar de intensidad. Amar para siempre es sentir que amas de verdad, pero solo eso y nada mas. Sin embargo sus almas encontraron un bello fruto, un pequeño milagro que llego una mañana de Marzo, para decirles que la vida se sigue abriendo camino... que las flores también nacen de día.

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