Cuando la conocí, yo tenia el corazón partido por la mitad, buscaba un rincón donde hospedar mis rimas, mis penas y mi temor. Ella tenía dos corazones, pero sentía que uno ya no le pertenecía, casada hace varios años en Puerto Rico, pero sintiendo que la llama de la pasión estaba por terminar, buscando un amparo para sus sentimientos, dibujando un SOS sobre su pecho, y con tantas ganas de amar. La pasamos muy bien, solíamos imaginar que éramos amantes, pero siempre terminábamos nuestras charlas como grandes amigos. Le conté algunas partes de mi historia, ella me conto toda su existencia, dejamos que la vida tome sus propios rumbos, sus caminos siempre fueron distantes a los míos, pero cada cierto tiempo nuestros destinos se cruzaban en noches silenciosas, donde la complicidad de nuestra amistad prevalecía sobre todo lo demás.
Ha pasado tantos años desde aquel día, nuestros caminos se siguen topando de vez en cuando, nuestras vidas han cambiado, pero seguimos siendo los mismos locos que buscan refugio cuando las cosas
van mal, es que a pesar de todo, somos tan imperfectos como nos creo dios. Desde tan lejos, donde sea que te encuentres, intentando buscar tu felicidad que algunas veces te es esquiva, este corazón que ya está curado te manda un abrazo inmenso… por los viejos tiempos.
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