Anoche me encontraron muerto en una habitación de un hotel de la calle Mendiola, me pusieron en una bolsa y escribieron un NN en uno de mis brazos. Nadie vino a recogerme las tres noches siguientes, nadie preguntó por mi en aquel hotel de treinta soles la noche. He pasado parte de mi vida escribiendo lo que seria mi muerte, siempre quise atinar a los detalles, a los culpables y a sus razones para acabar con mi vida. En este encierro ya no puedo inventar nada, mis palabras se van perdiendo entre ese tumulto de demonios que se quieren rifar mi cuerpo. Ya nada me pertenece... ni siquiera mis historias.
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