El sentido de la vida no está marcado en algún libro de autoayuda, ni tampoco en las iglesias o las sinagogas, no está planeado por algún ser superior o por lo que nos dicen nuestros padres. La vida va tomando su propia forma, va planeando su propio camino conforme avanzan las horas, los días y los años, todo depende de nuestras propias decisiones. Quizás al voltear la esquina tu vida y la mía tomen un rumbo distinto que nos alejen para siempre, no existirá más un “nosotros”, ni tampoco un “siempre te amaré”.
Nunca terminamos de entender que somos la flecha y también el arquero que dirige su puntería hacia un objetivo, una meta o una víctima. Le echamos la culpa a la biblia, al Bhágavad guita, al Popol Vuh, o a Osho y Paulo Coelho, Cuando el comienzo y el final de nuestras vidas, siempre han estado en nuestras manos, bajo nuestros labios, en el fondo del corazón, que cada vez es menos escuchado por este mundo materialista.
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