miércoles, 7 de julio de 2010

BELLEZA

La primera vez que me mire en el espejo no me agradé ni un ápice, no es que tenga baja el autoestima, sino es que siempre tuve buen gusto. Con los años aprendí que las cosas que muestra el espejo siempre terminan engañando al alma, se hacen nocivas cuando no se ve más allá del mero reflejo. Y es que las cosas importante no son perceptibles a los ojos, la mirada no alcanza a ver más allá que un desfile de antifaces. Cuando la belleza entra por la puerta… los corazones se quedan a esperar frente a la ventana.

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