jueves, 24 de diciembre de 2009

OTRA HISTORIA DE NAVIDAD


La nieve caía detrás de los cristales, afuera hay un mundo bañado de blanco, niños eufóricos que juegan haciendo muñecos, lanzando proyectiles de hielo sobre las cabezas de sus amigos, colisiones de sonrisas que grafican la calle como la más alegre de la ciudad.

En una habitación cerrada, yace el cuerpo de un viejo que reposa su cuerpo disminuido por los años, pero con un corazón enriquecido, recordando que fue justamente hace siete años que volvía a nacer, en una noche como esta que pudo ver el mundo real girando a su alrededor. El viejo aun tiene una sonrisa en los labios a pesar de que el reloj le diga que su tiempo se va terminando, solo el pequeño Timmy que ya no es tan pequeño, sino todo un joven que ha cuidado de él en todos estos años. Su sobrino Fred le ha prometido estar a su lado esa noche, los padres y hermanos de Timmy también acordaron estar ahí, bajo su lecho, para llenarlo de abrazos y buenos deseos. La nieve sigue cayendo detrás de las ventanas, las luces se van encendiendo en aquella ciudad que pinta como la más alegre.

Las manos del viejo permanecen tibias, tocando el cabello del joven Timmy, aprovechando el silencio le narra los mejores años de su vida, las caídas que tuvo que asimilar para obtener las riquezas materiales que ahora posee, riquezas que en gran parte heredará Timmy, le explica los secretos del negocios, todo lo que necesitará saber, pero también le confiesa que el dinero nunca será todo en la vida, que la humanidad tiene una misión especial para cada ser en la tierra, que el amor es lo único que prevalecerá a las buenas o malas épocas, le aconseja que lo principal es la familia y el cariño al prójimo, que un mundo perfecto aun no está hecho, pero que si hay amor todo lo demás en la vida tendrá sentido.

Era casi medianoche cuando estaban todos en la habitación, los hermanos de Timmy llenaron el cuarto de colores y la madre trajo su mejor pudin y el sobrino Fred llego en brazos de su hijo, a quien llamó Ebenezer como su abuelo. Fue así que el viejo Scrooge respiraba sus últimas horas, lleno de amor y dicha entre sus seres queridos, como algún día lo deseó desde que miraba su casa cada vez más vacía. Todos en aquella habitación le decían que lo amaban, que fue un gran hombre, que siempre será recordado por haber cambiado en el hombre que es ahora. Cuando las campanadas anunciaban que ya era medianoche, el viejo soltó una frase que describía cuanto los amaba a todos, luego de decir eso, mostrando una sonrisa, Ebenezer Scrooge cerró sus ojos por última vez.

La nieve seguía cayendo, pero ahora en un tono más dulce, el viento susurraba despacio como si contara un secreto y el cielo mostraba sus estrellas como si fuera una noche especial, es que lo era. No hubo lagrimas, no hubo lamentos, solo hubo el amor y tranquilidad de que aquel viejo se fue feliz. Por el tiempo que ha pasado, nadie aun se olvida de ese hombre, todos recuerdan como cambio, como vivió y sobre todo la noche en que Ebenezer murió, como podía olvidarse… si aquella noche era navidad.

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