miércoles, 30 de diciembre de 2009

ELL Y EL


Ella predice la vida con sus sueños mientras transcurre su destino, encuentra las palabras exactas a sus quehaceres cotidianos, intenta ser feliz aunque la soledad le diga lo contrario.

El juega a ser poeta, pero ese título le queda grande, por eso se dedica a narrar eventos que muchas veces son inventados o transcurrieron hace mucho tiempo, haciendo de su pasado un refugio del mundo exterior.

Ella sabe quién es y que busca, sus sueños nunca le han mentido, deja su nombre por donde va para que nadie la olvide y enfrenta la vida con los ojos bien abiertos y el corazón a la luz del sol.

El se pasea de cama en cama sin dejar un solo recuerdo, usa nombres falsos para que nadie le siga el rastro, no busca ataduras, solo vive al límite de las reglas para no ser vencido en aquel juego que el mismo ha creado.

Ella tiene cicatrices en el alma, su corazón ha sido entregado por completo y terminado herido muchas veces, pero siempre se ha puesto en pie y su fe nunca ha sido vencida, sigue creyendo en el amor como si tuviese quince años, aquellos hermosos quince años.

El amó poco, y cuando llegó a amar, también amó poco. Su corazón entendió que el dolor puede evitarse si logras ahuyentar todo sentimiento que se asemeje al amor. Tiene contadas cicatrices de las cuales ni siquiera recuerda los motivos, no recuerda nombres ni mucho menos lugares, el alma se volvió ese desierto silencioso donde se entierran las emociones.

Ella anda buscando su alma gemela, el amor más hermoso del mundo, la llave principal que abre todas las puertas, anda buscando un compañero, un cómplice, un amante que camine a su lado hasta el final de los tiempos.

El va huyendo de todo, nunca se queda mucho tiempo en ningún lugar, aprendió a llevar poco equipaje y decir adiós cada noche cuando la luna saluda a los amantes. Además, nadie lo extrañaba, porque para que te extrañen hay que dejar un poco de nuestro ser, y él siempre salía huyendo completo, prefería la soledad de su ventana para escribir historias que solo sucedían una vez.
Ella lo encontró a él navegando en una galaxia afín. Supo que era el elegido, sus sueños se lo habían dicho, sería su compañero por una eternidad, esa eternidad de la que hablan los amantes pero que solo es un instante que se terminan cuando ambos corazones lo deciden así. Dibujó un corazón que era el suyo y lo entregó por completo, sin clausulas ni seguros de vida.

Él tomo su corazón todavía incrédulo y lo puso junto al suyo, era inevitable oírlos murmurar, se entendían tanto que hasta silbaban la misma canción (si, una de Silvio Rodriguez), se despojó de sus corazas, dejo que llegaran los rayos de sol y reposaron juntos hasta que cayera la noche. La luna no quiso ocultarse, permaneció mirándolos hasta el amanecer y saber los secretos del amor cuando se topan con el azar.

Ella ofreció la mitad de su vida y aquel sacrificio fue lo que él estaba esperando. A veces el corazón mas duro se quiebra cuando oye las palabras “te amo a pesar de todo”. Porque es lo único que esperan oír para no sentirse extraño en este mundo que se hace cada vez mas insensato, más cruel, mas frio.

Él empieza a amarla aunque sabe que no será para siempre, porque las diferencias son abismales, sabe que ella es mucho mejor que él en todos los aspectos, y la imperfección no siempre tiene lugar en las historias felices. Pero él la ama a su manera tan defectuosa, le escribe relatos donde ambos son felices, donde son los amantes eternos que siempre se recordaran, aunque las eternidades solo sea un instante, un instante que rima con los sentimientos más sublimes.

Ella y él escriben su propia historia, como tantas historias que los amantes han hecho en nombre del amor, saben del tiempo y las distancias, de los vacios que pueden encontrar las almas solitarias, de la oscuridad que a veces invaden las dudas a mitad del camino. Pero escriben sus historias sin miedo, sin el temor de no llegar al amanecer, porque la vida se vive solo una vez, y en cuestiones del amor… no hay lugar para los cobardes.

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