
Sin embargo eso provocó que todos en el lugar tuvieran gestos de amor para el pequeño. Cuando el niño empezó a llorar, una mujer que estaba por ahí y que tenia un bebe en brazos se ofreció a darle de amamantar, incluso despojo a su niña de una de sus mantas y lo envolvió para abrigarlo. La dueña del restaurante mando a comprar pañales nuevos, una sonaja y una esponja para bañarlo, las meseras que no tenían un gran sueldo también juntaron dinero para comprarle algo. Dos mujeres más fueron llegando al lugar mientras caía la tarde, para ofrecer sus pechos y calmar el hambre de aquel niño al que empezaron a llamar “Moisés” (Salvado de las aguas”).
Ya en la noche el bebe fue llevado a la delegación policial del distrito, los policías apenados por la situación del pequeño juntaron entre todos una colecta para comprarle ropita y mas pañales, incluso la mujer de uno de los policías fue traída a la delegación para el amamantamiento correspondiente. Alguien le trajo una cuna para que lo cobije, también le obsequiaron juguetes, chupones y mas sonajas. Lo llenaron de besos, se reían de sus manitas pequeñas y recordaban que así solían ser sus hijos cuando apenas nacieron. Alguno derramo lagrimas de cariño y compasión por aquel varoncito que fue salvado del frió invierno que acosaba la ciudad.
Aquella noche los comensales del restaurante, las meseras y los policías, llegaron a sus respectivas casas, fueron a la habitación de sus hijos para abrazarlos, acariciarlos y besarlos, solo palabras dulces br
