Ella estaba tendida en la cama tan llena de belleza que podía verse como la noche se opacaba con su sonrisa, sus besos tenían un aroma distinto al que él ya había probado y su voz era una bella melodía para sus oídos sobre todo cuando ella le escuchaba decir: “te quiero”. Eran las dos de la mañana, se podían oír el aullido de los perros y las sirenas de las patrullas cerca de la ventana mientras ellos se amaban sin medida bajo esas sabanas prestadas que se encendían de pasión. El soñaba que eran el uno para el otro.
La radio avisa que esta por amanecer y sus cuerpos aun están juntos y casi inertes por el trajín de sus caricias, afuera esta lloviendo se escuchan gritos desgarradores pero a ellos no les importa, el mundo es muy pequeño en ese instante que no da cabida para salir de aquella habitación. Sus parpados tiemblan dando la señal que esta por despertar y un beso en la mejilla hacen que abra los ojos, él le dijo “te quiero tanto que no se si pueda vivir sin ti” le dibujo una sonrisa y acaricio su cabello como si quisiera saber si seguía soñando. “Llegamos vivos hasta un día antes de conocernos, se que estarás bien” le contesto ella al mismo tiempo que tomaba su mano que la acariciaba para darle un beso.
Las sabanas aun cubrían su cuerpo desnudo, la luna estaba despidiéndose de los gatos y el sol hacia sus primeros intentos por aparecer. Ella podía ser la mujer que andaba buscando, tan llena de tantos defectos como de virtudes, tan bella, tan temerosa del tiempo y de los sentimientos… tan mortal. Sin embargo tenia esa mano izquierda que se escondía bajo la almohada por temor a sus efectos de culpa, aquella mano izquierda donde llevaba su anillo de casada que marcaba nuestra despedida… y que me condenaba a extrañarla por el resto de mi vida.
La radio avisa que esta por amanecer y sus cuerpos aun están juntos y casi inertes por el trajín de sus caricias, afuera esta lloviendo se escuchan gritos desgarradores pero a ellos no les importa, el mundo es muy pequeño en ese instante que no da cabida para salir de aquella habitación. Sus parpados tiemblan dando la señal que esta por despertar y un beso en la mejilla hacen que abra los ojos, él le dijo “te quiero tanto que no se si pueda vivir sin ti” le dibujo una sonrisa y acaricio su cabello como si quisiera saber si seguía soñando. “Llegamos vivos hasta un día antes de conocernos, se que estarás bien” le contesto ella al mismo tiempo que tomaba su mano que la acariciaba para darle un beso.
Las sabanas aun cubrían su cuerpo desnudo, la luna estaba despidiéndose de los gatos y el sol hacia sus primeros intentos por aparecer. Ella podía ser la mujer que andaba buscando, tan llena de tantos defectos como de virtudes, tan bella, tan temerosa del tiempo y de los sentimientos… tan mortal. Sin embargo tenia esa mano izquierda que se escondía bajo la almohada por temor a sus efectos de culpa, aquella mano izquierda donde llevaba su anillo de casada que marcaba nuestra despedida… y que me condenaba a extrañarla por el resto de mi vida.
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