miércoles, 27 de agosto de 2008

REENCUENTRO

Eran casi las seis de la tarde y ya estábamos todos juntos otra vez, en aquel bar de costumbre cerca a la Plaza Mayor. Cada dos o tres meses siempre nos hacemos un espacio para un encuentro mas con aquellos amigos de siempre, los que te acompañaron en esos días de estudios en que uno va haciendo una carrera profesional que no siempre te dará buenos resultados, sin embargo la amistad perdurara por mucho tiempo mas. El primero en llegar hace un pedido: “Tres cervezas bien heladas”, a veces se empieza pagando por orden de llegada, otras veces se divide el total entre cada uno de nosotros y no hay lugar a reclamos. Y si por ahí alguien envalentonado por los tragos se para y pide “tres mas a mi cuenta” todos los demás no reparan en ofrecer aplausos por tamaña valentía.
La noche va cayendo y las bromas están a la orden del día, talvez alguna anécdota de aquellos años que nadie olvida: “Te acuerdas ese día…?” “Ya olvidaron aquella vez donde …” curiosamente todos lo recordamos como si hubiera sido ayer y soltamos las carcajadas hasta ahogarnos de risa. Luego pasamos a lo que ha sido de nuestras vidas en todo este tiempo que no nos vimos: “Sigo en el mismo lugar y me siento a gusto”, “Encontré un mejor trabajo y no lo pensé dos veces”, “Me ha ido muy mal pero ya me estoy reponiendo” y nos da mucho gusto por cada uno de nosotros. Los tragos van corriendo por aquella mesa de madera, la música esta a todo volumen y las mujeres del lugar se ponen cada vez mas lindas a consecuencia de nuestra embriaguez.
Y entre las altas horas de la noche empiezan las confesiones, esas que nos hace mas humanos, las que guardamos siempre para el final: “Me cogi a mi prima en una noche de copas”, “Estoy saliendo con alguien muy distinta a todas”, “Pronto nacerá mi segunda hija”. Hacemos un brindis mas por cada confesión hecha y seguimos hasta terminar la ultima botella.
La noche esta por terminar, las calles oscuras nos rodean y a los lejos se distinguen la luces de los faroles. Es hora de salir del bar para caminar por aquellas calles que antes nos daban la bienvenida, nuestro andar se vuelve chistoso por la consecuencia de tantas cervezas, pero eso no nos importa, es bueno disfrutar de buenos amigos un domingo por la noche. Cada uno va despidiéndose y tomando el rumbo a su casa esperando que pase pronto aquellos dos o tres meses que nos tienen que separar. Los amigos de siempre, cada uno vuelve a tomar su puesto en aquel tren de la vida. Yo ya llegue a mi casa, es hora de descansar… pero antes tuve que detenerme a escribir.

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