
Los meses pasaron y nadie hacia caso a la denuncia que hizo la madre de Anita, se enfrentaron a las burlas y las malos comentarios de la gente que veia a una niña embarazada, es que la intolerancia tambien es parte de la condicion humana. Tantas noches de llanto y ataques de miedo al no saber enfrentar una nueva vida convivieron con ella todo ese tiempo, en tan poco tiempo ella tenia que aprender a ser madre y no fallar en el intento, tenia que luchar cada mañana por no caerse, ya no habria lugar a arrepentimientos. La vida es cruel a veces, cuando no terminaba de ser hija ahora empieza a ser madre y creia que pasaria el resto de su vida llena de obstaculos y limitaciones en esta sociedad tan machista.
Pero una mañana de agosto, cuando el sol aun no resplandecia del todo, Anita dio a luz a un lindo bebe que aunque no era muy robusto nacio con buena salud. Era el primer llanto que llegaba con sonrisas despues de mucho tiempo, un llanto que traia una nueva vida, un nuevo grito de batalla a la cual ella se iba a a
costumbrar. Anita tomo a su bebe entre sus brazos y le dio un beso lleno de tanto amor como solo una madre puede dar y supo que ya no seria mas una niña miedosa, porque jamas estaria sola otra vez. Sus manos pequeñas se perdieron entre sus dedos dibujando un corazon en su pecho y entonces empezaron las sonrisas que luego fueron muchas mas en aquel lugar casi oscuro de una ciudad casi olvidada. Es que hay algo que los ricos siempre envidiaran de los pobres... y es esa bella facilidad para ser felices.

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