Un estallido que se apaga cae tembloroso entre tus ojos, se desliza lentamente como fingiendo ser lagrima, pero ni siquiera conjuga con el llanto. Lleva tu nombre en el abrigo, guardado como un secreto a voces, viajando como un fantasma que jamás ha existido, preguntando por ti sin desear conocerte, recogiendo tus huellas sin buscar tu destino.
Rebuscando entre mis dudas, me tropiezo con libros que nadie ha escrito, oscuros poemas que nadie ha leído, destinada a mujeres que nunca amé. Como duele morir si jamás se ha vivido.
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