Te conocí un día muy parecido a este, amanecía lloviendo sobre una primavera que apenas se asomaba, te crecieron alas, perdiste tus miedos, mientras yo escribía acerca de las sensaciones que podía provocar las distancias, tu traías maletas aferradas a una ilusión, esperabas un caballero, un buen partido, un poeta, yo solo tenía un corazón. Tú estabas lista para soñar, imaginar que uno mas uno podían ser tres, me hablaste de un futuro no muy lejano, un apellido prolongado, de dejarlo todo por única vez.
Dicen que algunos amores existen de pronto, y luego mueren sin saber que hacer, no encuentran caminos, ni respuestas a las distancias que puede haber. Pero también existen amores que se resisten a fallecer, que encuentran caminos, rutas secretas, amores que descubren sus respuesta subiéndose a los aviones.
Amanecimos juntos, soñamos lo mismo, perdimos los labios, cruzamos los brazos, rompimos promesas, todo eso en menos de un mes. Bajo la lluvia de octubre, a manos limpias, con el alma entre los dedos, escribimos una historia que ya nadie podrá creer. Como han cambiado las cosas, nuestras miradas se han perdido, buscando el amor que se fue, como ha cambiado la vida un año después.
Dicen que algunos amores existen de pronto, y luego se deshacen como tinta en un papel, se escriben como recuerdos de una mente ligera, formando poemas que a la semana siguiente nadie querrá leer. Pero también hay amores que permanecen perennes, que sobrepasan las vallas que puedan tener, como las fotografías que luchan contra el tiempo, colgadas en tu pared. Sigue lloviendo afuera, en esta noche de Octubre que ya olvidó lo que pudimos ser.
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