Aquella damisela se sentía prisionera del tiempo, de las rutinas y la vida ceremoniosa, deseaba liberarse de todo lo que lo rodeaba. Busco secretos en sus diademas, entre los pliegues de su vestido o detrás de los espejos, pero solo encontraba mas preguntas que respuestas. Su castillo estaba llena de complejas murallas y prejuicios inmensos, no sabia lo que era ver el sol después de las cuatro de la tarde, no sabia lo que era ver la luna después de las diez de la noche, no sabia lo que era el amor después del amor.
Distintos príncipes deseaban liberarla de su prisión de cristal, pero le ofrecían casi lo mismo de lo cual quería huir, prisiones de otro color y otras dimensiones, ella solo deseaba ser libre, decir lo que pensaba y hacer lo que queria. Tantos años pasaron y ningún príncipe pudo desposarla, ni ofrecerle lo que ella quería. Solo un dragón oscuro y enigmatico pudo mostrarle aquel mundo que tanto le dio anhelo conocer.
Una tarde de Octubre, aquella princesa recogió sus cosas, se despojo de sus joyas, sus nombres y apellidos, vio como se ocultaba el sol en el ocaso, su cabello sintió la brisa de la noche que estaba por llegar y partió volando sobre su dragón de fantasía, en busca de sueños prohibidos, de lechos tibios, de silencios profanos, en busca de sus lunas de madrugadas, para poder entender lo que hay a dos calles después del amor.
Distintos príncipes deseaban liberarla de su prisión de cristal, pero le ofrecían casi lo mismo de lo cual quería huir, prisiones de otro color y otras dimensiones, ella solo deseaba ser libre, decir lo que pensaba y hacer lo que queria. Tantos años pasaron y ningún príncipe pudo desposarla, ni ofrecerle lo que ella quería. Solo un dragón oscuro y enigmatico pudo mostrarle aquel mundo que tanto le dio anhelo conocer.
Una tarde de Octubre, aquella princesa recogió sus cosas, se despojo de sus joyas, sus nombres y apellidos, vio como se ocultaba el sol en el ocaso, su cabello sintió la brisa de la noche que estaba por llegar y partió volando sobre su dragón de fantasía, en busca de sueños prohibidos, de lechos tibios, de silencios profanos, en busca de sus lunas de madrugadas, para poder entender lo que hay a dos calles después del amor.
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