
Ella deambula entre sirenas de patrullas, entre gritos de auxilio, bajo el humo que enceguece los sentimientos, v
endiendo caricias al mejor postor, sedienta de hombres que no conoce, ocultando lo poco que le queda en su interior. Ella es la mama de alguien, la hermana de alguien, la hija de alguien, pero eso a nadie le interesa, solo ven una flor nocturna que crece en el silencioso jardin de la noche. Yo solo me detuve un instante a mirar la vida de esa magdalena, encendí su cigarrillo, me quite el abrigo para cubrirla y la acompañe a su casa donde bebimos unas copas en nombre del amor. A pasado mucho tiempo desde aquel dia, aun recuerdo la hora, recuerdo la calle y recuerdo el camino hasta su casa... pero ya no recuerdo su nombre.

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