
La lluvia de aquel invierno fue la mas cruel de todas, el ruido de los techos, los ríos que se forman a lo largo del camino, los perros ladrando a sus propios miedos. Ella beso sus labios, el acarició su espalda, ella se abrigo en sus brazos, el fundió sus dedos en su cabello que olía a albanta. La oscuridad iluminaba sus corazones y el silencio pegaba gritos de desconsuelo. El destino se sentó a obsérvalos y la ironía pasaba por la misma calle silbando una canción de Sabina.
Ella dio media vuelta y subió al autobús, el se detuvo un instante, una pequeña eternidad, y luego tomo un taxi a ningún lugar. La vida escribió sus historias, empezaba con un encuentro y terminaban con un "adiós", en un lugar equivocado pero a la hora exacta. No importa quienes fuimos, los encuentros siempre resultan de dos personas .... que llegan a tiempo.
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