Ella sonríe muy linda y me lanza una mentira, su ternura me conmueve y yo estoy fingiendo creer todas las mentiras que me dice. Es tan bella bajo la luz y la sombra, aunque sus mentiras sean de principiante, yo la hago sentir como chica fatal, como la niña mala del cuento. Todo sea porque se sienta segura de sí misma, se ponga fuerte y valerosa. Yo prefiero verla rugiente, desalmada, tan poderosa que nadie más pueda dañarla, porque cuando la conocí era la niña mas indefensa que alguna vez me dijo te quiero. Es por eso que me prometí nunca herirla. No siempre es mejor encontrar a alguien que te haga sentir protegida, eso suele ser muy fácil, el punto es que aprendas a cuidarte tu misma y no necesites de nadie para sentirte segura. Ahí está lo complicado.
Ahora ella me miente como diciéndome que ya no necesita de mi, que ya mi tarea está hecha. Sus mentiras adornan su belleza, yo nunca dejare de quererla, ella siempre será mi niña mala. Aunque a veces extraño su inocencia, sus ideas locas de que el mundo es perfecto y las historias de amor siempre tienen un final feliz. Cuando la conocí era tan débil que me decía a mi mismo: “A ella cualquiera podría herirla… menos yo”.
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