Estuvimos envueltos entre el humo de los cigarrillos, el ruido de la música y el grito desesperado de la gente del lugar, bailamos desenfrenadamente bajo las luces opacas, nos tocamos las espaldas, sentimos nuestro aliento tan cerca que nos comíamos las palabras mutuamente, el tiempo solo era un reflejo rutinario de los relojes. Para nosotros no existían horarios ni perdones.
Al salir la bese delante de todo el mundo, la bese ocultándola bajo las calles oscuras, la bese recostados en aquel parque inmenso donde se empozan los amantes. Le toque los senos hasta dejar viajar mis manos por su vientre, le acaricie las mejillas con mis labios, desplace mi olfato sobre cada milímetro de su perfume, solo para creer que no estaba soñando.
Luego de unas horas, la luna estaba por irse a dormir, las calles estaban recuperando su color habitual y ella tenia un estado de fiebre que no había remedio que la pueda curar. Pero no hicimos preguntas, no buscamos destinos, no intentamos hacer caminos, donde solo hay tempestad. Si las cosas suceden, tienen una razón aun inexplicable para pequeños amantes como nosotros. Tal vez sus labios tenían de llegada los míos aquella noche, quizás nuestros corazones habían planeado una colisión mucho antes que nos conociéramos o puede que el amor aun exista en pequeñas dosis esparcidas por el viento nocturno. Solo se que esa noche, ella estuvo conmigo, jugo a los dados burlando al destino, llevando el pecado entre sus labios...buscando el perdón.
Al salir la bese delante de todo el mundo, la bese ocultándola bajo las calles oscuras, la bese recostados en aquel parque inmenso donde se empozan los amantes. Le toque los senos hasta dejar viajar mis manos por su vientre, le acaricie las mejillas con mis labios, desplace mi olfato sobre cada milímetro de su perfume, solo para creer que no estaba soñando.
Luego de unas horas, la luna estaba por irse a dormir, las calles estaban recuperando su color habitual y ella tenia un estado de fiebre que no había remedio que la pueda curar. Pero no hicimos preguntas, no buscamos destinos, no intentamos hacer caminos, donde solo hay tempestad. Si las cosas suceden, tienen una razón aun inexplicable para pequeños amantes como nosotros. Tal vez sus labios tenían de llegada los míos aquella noche, quizás nuestros corazones habían planeado una colisión mucho antes que nos conociéramos o puede que el amor aun exista en pequeñas dosis esparcidas por el viento nocturno. Solo se que esa noche, ella estuvo conmigo, jugo a los dados burlando al destino, llevando el pecado entre sus labios...buscando el perdón.
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