Cada mar traen sus propias noticias, cada orilla tiene algo distinto que decir. Las aguas de Huanchaco llevan un sabor frió, una tristeza pasajera, que entona una leve sonrisa con el viento que lo acaricia. Los niños se acercan para pescar y los adultos se envuelven en sus lamentos, las parejas se llenan de besos frente a sus olas, los amantes se ocultan bajo su brisa. Cada uno deja un poco de ellos sobre el paisaje.
El mar de Pimentel es todo lo contrario, muestra mas de lo que podemos ver, una calidez casi imperceptible, pero serena. Sus olas no son bruscas, no golpean las piedras sino se funden en la arena. El viento lleva sus historias, cuenta de esfuerzo de los pescadores para llevar la comida a sus familias, de lo poco que puede caer y de lo mucho que puede servir. Las embarcaciones que adornan sus playas es lo mas bello de ese lugar.
Cada mar es distinto, por eso me gusta siempre visitar las orillas de cada lugar a donde llego. Es como conversar con su pasado, su presente y su futuro... con solo oír la brisa.
1 comentario:
Ah! el mar y sus misterios que sabe compartir con los viajeros.
Un abrazo René
Tere
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