Creí que no te irías sin avisar, que harías sonar la puerta para que me despierte y pueda verte salir a la calle, con ese abrigo rojo y tu bufanda gris. Observar como los caminos se hacen largos si tu no estas. Buscando cuerpos que tal vez no te abriguen igual, que quizás no puedan acariciarte hasta el amanecer. Si alguien aprendió a esperar, ese fui yo. Y ahora no hay espera que te vea llegar.
Hoy la luna me preguntó por ti y no supe que responderle. Si algún día volverás... o si nunca estuviste.
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