Cada vez que escribo es porque hay luz en mi ventana, porque mis pulmones aun pueden asimilar el aire, porque mis manos aun pueden secar lágrimas. Eso quiere decir que estoy vivo, que los calendarios me sonríen muy a su estilo.
Pero me estoy quedando calvo, mi piel se va arrugando conforme pasan los desvelos y mis dedos tiemblan mas a menudo con este frió que no sabe de misericordia. Esta lloviendo afuera, las goteras dan clarinadas de alerta, mi corazón desacelera a ritmos temerarios, parece que hoy tampoco podré dormir. Mientras tanto solo me entretiene esta pluma, esta hoja en blanco y el recuerdo de una mujer que alguna vez me amó.
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