Ella se envuelve de espuma y se mezcla con la arena, se
aleja del mundo y regresa en forma de sirena. Ella mira hacia el horizonte,
nunca mira hacia atrás porque el pasado siempre termina doliendo. Le gustan las
canciones de “Los Últimos de la Fila”, los poemas de Edel Juarez y un vino los
sábados por la noche. Le gustan los besos de madrugada, sonreír después de cada
mañana y nunca ponerse triste aunque la ocasión lo amerite.
Ella camina despacio mientras cae la tarde, se derrite un
poco bajo el sol infinito, es indomable cuando llega la luna y prefiere no amar
si se lo preguntan. Ella prefiere los caminos cortos, los que no llevan a
ninguna parte, tiene dotes de princesa, su mirada es celestial y sus caricias
son un suspiro que se diluye con la
brisa. Ella mueve mi mundo con una
sonrisa, y también lo detiene si así lo desea, ella es dueña de mis nostalgias
y mis soledades. Ella es dueña de todo lo que todavía me queda por escribir.
Ella se envuelve entre la espuma, sale a la orilla y habla
con el mar, las olas le dan la bienvenida, la tarde la cobija entre sus brazos.
Yo, yo solo la recuerdo en tardes como esta, en que no tengo más que hojas en
blanco y un poco de memoria.
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