Me gusta esperarte en aquella estación del metro, donde alguna vez me besaste sin importar la multitud de gente, me gusta que caiga la tarde y sean mis pasos que le sigan al reloj, ya el tiempo no nos pertenece. Me gusta esperarte en ese lugar mientras veo mi reflejo en aquel vidrio enorme del supermercado. Puedo ver mis ganas de tenerte, mis ganas de hablarte, tocarte y saber que eres mía, que nadie mas podrá tenerte a partir de esta noche.
Me gusta esperarte a pesar de saber que ya nunca llegaras, tu tomaste un tren distinto a este, ya no perteneces a esta historia. Pero me gusta esperarte, porque saberme en este lugar tan solitario, oliendo tu ausencia, me hace recordar que la tristeza es un mal necesario para escribir.
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