Es de madrugada y me dedico a escribirte, parece ser que pensar en ti es mi destino. Mi vocación es imaginarte, desnuda sobre rosas, llena de palabras escritas en un cuaderno secreto, que luego soltaras al viento. Como me haces falta esta noche, como destruyes el paisaje con tu ausencia, con tus silencios, con todo aquello que dejaste al despedirte.
Me siento envejecer mientras te escribo, la vida se me va de a poco, mi ultimo aliento se resiste a abandonar este cuerpo gastado, lleno de pecados que nunca confesaré... que esperas para volver.
Yo el orate, el ateo, el que vendió su alma al diablo, el que aprendió a odiar antes que amar, el que no tiene bandera, el suicida cada viernes por la noche, el amante secreto de sus musas. Yo el que nada ofrece y todo pide, el que pierde el orgullo por tres besos, el mentiroso compulsivo, el cruel sanguinario entre copas, el tonto útil.
Yo, el que no cree en las verdades, el que no sabe guardar secretos, el antisocial pesimista, el que se oculta en lo oscuro de la noche, el que esconde su rostro detrás de los cristales, el que no sabe de tristezas y alegrías, el termino medio. El que escribe tonterías en un blog de medio pelo.
Yo, quien te quiere a pesar de ser todo eso, quien moriría antes de hacerte llorar, antes de soltar tu mano en pleno vuelo. Yo, el que no tiene mas religión que tus besos. El que despierta cada mañana mirándose al espejo y piensa: soy la única mariposa que se transforma en oruga.
Ella inventa puentes donde pueda alcanzarla, esconderme entre sus faldas, ser el cobarde que siempre fui, el que le tiene miedo hasta los espejos. Para luego ser el más valiente de todos, y someterla entre mis brazos, ser su hombre, su dueño, su villano enmascarado. Solo ella puede llevarme del delirio a la tristeza en un instante, del cielo al averno sin pasar por el purgatorio.
Ella guarda mis escritos en su memoria, no necesita cajas de papeles ni discos duros que puedan cobijar las palabras que le dedico. Ella piensa que nadie escribe mejor que yo, prefiere vivir engañada a dejarme a la deriva, huérfano de musas y sin vida.
Ella ha decidido disfrutar el presente, a sabiendas que conmigo nunca tendrá futuro, sueña con el amor a primera vista, con romeo y Julieta, con Pablo Neruda envejeciendo feliz. Si ella no existiera, yo no podría escribir y este círculo vicioso no funcionaria.
Ella duerme tan lejos de mí, tan ajena a mis caprichos, a mis manías sofocantes, a lo autodestructivo que puedo llegar a ser. Ella se salva de todo eso, pero espera detrás de mi ventana, mirando como agonizo sin ser yo, esperando exhalar mi último respiro, para tomarme de la mano, aceptarme como soy y cerrar mis ojos. Es cuando llego a la conclusión de que no es un buen momento para morir.
Ella introduce los colores a mi planeta, le hace un hoyo a mi rutina y me deja escapar, me convierto un prófugo de mi propia vida a su lado. Ya no me pertenezco, ahora soy de ella y nadie más.Ella le cambia el brillo a los amaneceres, no sé si pueda existir un mañana si ella no está conmigo, si no me deja un “buenos días” entre mi sueño y el mediodía… Ella es la parte más importante de mi rompecabezas, siento que la vida empieza cuando pronuncio su nombre.
Me encontraba en aquel parque grande donde había guardado varios recuerdos hermosos, el viento corría muy fuerte y un frió singular sacudía mi cuerpo aquella noche. Ella estaba allí sentada acomodándose el cabello y al verme me dijo: “por que tardaste tanto?”. yo no dejaba de verla como si estuviera viendo un fantasma, no podía creer que no me hubiera dado cuenta de lo hermosa que era, con ese fondo de luna llena y aquellas flores alrededor de ella. “No importa cuanto tarde, ya estoy aquí otra vez” le dije susurrándole al oído, me sirvió una copa de vino que tenia guardado en el abrigo y me sonrió como solo sonríen los ángeles.
Esa noche me hablo de sus sueños y de sus temores, de su miedo a la vida y del futuro que veía tan lejano. No sabia lo que pasaría con ella, si seria una estadística mas. Yo no dejaba de mirarla con toda la ternura del mundo, esa ternura que tenia guardada desde la última vez. Le decía que no tenga miedo, que la vida tiene cosas muy lindas para ella y que siempre tendrá un momento para sonreír. Las copas se terminaban y la noche también, no pude resistir mas, me acerque a ella para abrazarla tan fuerte hasta que nadie podría arrancarme su aroma, acaricie su mejilla y era tan suave. Ella me pregunto: “Y por que estas llorando?” Yo aun temblando y mirándola a los ojos le dije: “Llegara el día en que ya no estaré contigo, te iras para siempre y nunca mas hablaremos, luego te casaras, serás feliz… y yo te extrañare toda mi vida”.
“Eso nunca pasara, no sueñes” me dijo tomándome de la mano, seco mis lagrimas y me abrazo, “Te escribiré cientos de poemas y cartas que jamás leerás, inventare historias donde seremos felices por siempre y guardare tus besos en una caja de cartón para no olvidarte jamás”. Ella sonrió un poco y cerrando mis labios con sus dedos: “Todo eso harías por mi?” “estas loco de remate lo sabias”. Aquella noche reímos juntos, le hice más confesiones que ella nunca creyó, la bese bajo cada árbol de aquel parque y pasamos la noche como si fuera la ultima de nuestras vidas, nuestros cuerpos desnudos tendidos sobre las sabanas estaban listos para darle la bienvenida al amanecer.
El ruido de los gatos que deambulan por mi techo me despertaron; eran las 3 de la madrugada y estaba en mi cama solo, con la luz apagada, las ventanas cerradas y el alma en desconsuelo. Encendí la lámpara para buscar mi cuaderno y ponerme a escribir, mis ojos se humedecían mientras buscaba las palabras precisas para inventar esta historia… Hoy te extrañe mas que nunca.
