jueves, 3 de julio de 2014

Y TODO VUELVE A SUCEDER

San Ignacio es una provincia pequeña y algo lejana, con una población que a simple vista no es inmensa, tiene un mercado, una capilla, una cancha de futbol, tiene tiendas de café, tiene una carretera que te lleva a la frontera con el Ecuador. San Ignacio es un lugar lejano donde la vida nocturna casi no existe, las calles suelen estar vacías después de las 9, las tiendas cierran, los restaurantes van medio vacíos y las motos hacen un ruido minúsculo que luego se pierden en lo oscuro. En San Ignacio nunca sucede nada… casi nunca.

Pero me basta oír tu voz cuando amanece y me dices: “buenos dias”,y entonces todo sucede y todo tiene sentido. A través del balcón del cuarto piso puedo ver todo a mis pies. El cielo que a veces se pone gris y a veces me muestra un arco iris después de llover, las casas con techo inclinado para evitar las inundaciones, donde la calle de La Cultura se cruza irónicamente con la calle del Porvenir, la tienda del tío Ramón que nunca conocí pero aprendí a querer, el aroma a café que imagino mientras camino por esas avenidas tan tranquilas donde casi nada sucede. Donde aprendí a respirar la paz que tanto me hacía falta, esa paz que alguna vez me diste.

Puedo sentarme en ese balcón a escribir mientras los pollos pian mi nombre, donde los perros juegan a morderme los pies, donde me veo rodeado de tantos árboles que el color verde se hace mi favorito. Caminar contigo hace que la ciudad sea más pequeña, tomar tu mano hace que me salgan alas, me siento volar mientras te miro reír de mis chistes tontos. Cuando me abrazas me siento como ese rompecabezas que encuentra la pieza que le hacia falta.  La verdad es que el mundo es perfecto cuando tu estas en él. Y cuando no estás la vida se hace un largo silencio.

Y cuando llueve los techos hacen un ruido fabuloso, como melodías del agua que riman con la nostalgia, recuerdo mi niñez, a mis abuelos, recuerdo que la vida no se puede desperdiciar. Mientras camino por la calle Victoria mojándome con el aguacero , veo mis huellas borrarse mientras voy a buscarte, como si mis zapatos no quisieran encontrar la ruta de regreso. San Ignacio es esa estación donde vine a buscarte una vez más, a decirte que la vida te extraña, que yo te extraño, que San Ignacio eres tú, que la paz eres tú, que como diría Forrest Gump: “somos como el pan y la mantequilla”. Y que el lugar no importa, que cuando tú estás todo sucede … y todo vuelve a suceder.


 
 
 
 


No hay comentarios: