viernes, 11 de junio de 2010

YO, EL PASAJERO

Te encontré como se encuentra una moneda en la calle, de pura suerte. Te veías tan triste apegando tu cara a la puerta del metro. No hablabas con nadie, no mirabas a nada, solo tu rostro topaba el vidrio frió y delicado, no lo pensé dos veces, subí de inmediato y me senté a tu lado.

Te pregunté el nombre de la ultima estación, el color de tu cabello, la marca de la pintura de uñas que utilizas, luego de quince preguntas estúpidas, al fin te dejaste abordar. Me hablaste de Emile Ciorán, de Nietzche, de los demonios que habitan en el inframundo, yo andaba fascinado con tu locura tan desfachatada, con la simpleza de tus palabras, con tus ganas de morir.

Nos pasamos varias estaciones, intercambiamos correos, nos dimos nombres falsos, nos despedimos con un beso, prometimos volvernos a encontrar. Mientras me bajo del metro, tú sigues apoyando tu cara en la ventana, mirando a la nada, pensando en Cioran, buscando el inframundo. Que te vaya bien… niña de mis cuentos.

1 comentario:

Teperepe dijo...

El escritor que anida dentro de tu alma busca la musa en cualquier parte, dando pié para un fascinante escrito como éste René. Como siempre, enganchada al andar de tus pasos por esta tierra.

Un abrazo
Tere