domingo, 13 de junio de 2010

VERSOS DE MADRUGADA

Ella llego una tarde de Junio al Distrito Federal, un microbús la trajo desde Guadalajara hasta la estación Central. Llevaba una cartera, un bolso donde guardaba su abrigo y un obsequio entre las manos, me saludó con una sonrisa, yo la recibí con un abrazo, me dio la bienvenida a su país que cada vez se pone mas peligroso, sin embargo yo encuentro paz en su mirada, encuentro ternura, pasión guardada detrás esos parpados color carmesí.

La llevo a un café de Tlalpan, ella pide un capuchino, yo una limonada fría. Después de tantos meses de leer sus poemas, de comprar sus libros, de asistir a sus foros de narrativa, al fin la tengo frente a mí. Era tan linda como la imaginé, tan transparente, tan virtuosa para las palabras. Por lo extraño que parezca aun estando uno al lado del otro, nos oíamos con un aire melancólico, como si a pesar de estar acompañados, nos seguíamos sintiendo solos. Existirá algún poeta que sea feliz? Que escribiera sobre la felicidad que lo invade?, Sabina decía que la felicidad no se describe, ni se llena de adornos literarios, solo se siente y se disfruta.

Nos fuimos al bar Tenampa, de la plaza Garibaldi, entre las rancheras compusimos algunos versos juntos, inventamos una historia con un final feliz, de esos que tanta falta nos hacen. Eran las tres de la mañana y es hora de salir huyendo, dicen que la ciudad es aun más peligrosa después de esa hora. Yo no se si existirá un mañana, si todos vamos siempre a un mismo lugar, pero tan solo por esta noche, mi bella poeta… quédate conmigo.

No hay comentarios: