Si me dices te quiero yo me quiebro como un castillo de naipes ante un soplido. Si tocas mi mano llevas electricidad a mis venas y me siento vivo nuevamente, como Frankenstein, listo para obedecer a su creador. Si te quitas la ropa frente a mí, me imagino ser dios que recibe tu mejor ofrenda para merecer el cielo.
Si me dices te quiero, yo también te digo que te quiero. Aunque querernos ya no sea suficiente, aunque tu destino y el mío ya no vayan de la mano. Pero en estos tiempos, en que las brujas y los duendes han ganado la batalla, en que los sueños ya se han quedado dormidos y amar ha perdido la escencia, solo queda recordar el pasado. Y si no me dices que me quieres… al menos déjame imaginarlo.
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