sábado, 5 de junio de 2010

YO, EL ATEO

Me detengo en la iglesia El Carmen, dejo mis credenciales y deseo entrar a ver las instalaciones, el vigilante me dice que debo pagar mi boleto, es la primera vez que me piden dinero para acercarme a dios, le reclamo que solo quiero tomar unas fotos, pero me dice que el precio es alto porque en la planta baja hay una exposición de momias. Pago a regañadientes y lo único que espero, es que los cuerpos descompuestos y maltratados sean de algún cura usurero. El vigilante se ríe de mi ocurrencia y me deja pasar.

Mientras veo los cuerpos sin vida y hecha ruinas, de personas que algunas dejaron huella en este mundo. Me pongo a pensar en lo que hicieron en vida, en las personas que pudieron amar, en las locuras que pudieron cometer, porque la vida esta hecha de eso, de pequeños sucesos que vamos dejando como piezas de rompecabezas y que luego iremos armando. Sentí un leve escalofrió, al imaginar que una de esas momias pueda ser yo, quizás si dentro de cien años se les ocurra desenterrarme.

Yo no soy un creyente, dios no es mi enemigo, al contrario, es un de mis amigos. Es por eso que podré alejarme toda una vida, pero sé que siempre estará ahí el día que yo quiera regresar. Pero no necesariamente debo de creer en él, porque a los amigos se les respeta, se les espera, se les acepta como son…. Pero nunca se les pone en un altar.

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