Ella dibuja sonrisas a su paso, tiene motivos para
reír y hacerme reír, también tiene motivos para llorar pero no los demuestra,
ella es fuerte, sensible, profunda y tierna. Se viste de lila y no hay color
que le quede más lindo, sobre todo cuando sonríe, porque cuando ella sonríe,
todo parece más sencillo.
Ella se cruzó en mi camino una mañana de marzo, le
hecho un poco de luz a mis días, me presto su compañía por un tiempo, me regalo
muchas sonrisas y una que otra fantasía. Ella se fue sin avisar una tarde de
Junio, la extrañé como se extrañan los buenos momentos. Se alejó tanto que
parecía imposible volver a verla, se cambió de apellido y color de cabello, se
cambió de mundo. Mientras tanto la vida seguía, enterrando memorias, anhelando
pasados, y al día siguiente empezando de nuevo.
La vida es un juego de ajedrez, donde el destino
mueve sus piezas como se le antoje, suelta sus torres, despliega sus caballos y
sacrifica a sus peones. Yo todavía tengo mis dudas si el destino sabe jugar
ajedrez. Pues ella volvió una tarde de Enero, más linda pero menos libre, con
ganas de amar y ser amada, con un corazón arrugado pero no roto. Me busco y yo
la busque, ambos nos encontramos frente al mar para descubrir que fue de
nosotros. Y también ambos nos perdimos frente a aquella orilla, bajo aquella
tarde, entre esos labios tan temerosos que nunca olvidé.
Ella asiste a encuentros clandestinos, donde
dejamos más que gemidos, ella me pide prometer algo que yo sé que jamás podrá
cumplirse: buscarnos siempre, por toda la vida. Ella piensa que el amor es para
siempre, y yo no tengo el valor de despertarla de ese sueño, prefiero que lo
haga sola y esperar el día en que me diga que se cansó de soñar. Yo la quise de
muchas formas, cada una mejor que la otra, pero no tuve la valentía de
demostrárselo, sabía que cada día la perdía, y nunca le pedí perdón por dejar
que eso suceda. Al final, solo fuimos dos miedosos intentando vivir el momento,
sin preguntar por el futuro.
Ella fue mi amiga, fue mi amante y luego, una
noche, después de tanta confusión, dejo de ser ambas cosas. Abandono la
habitación y apago la luz. Aún existen noche en que la extraño, pero ya no se
lo digo, hay días en que ella me rehúye o me rechaza, y es cuando más linda la
ven mis ojos. El futuro es generoso con ella, mientras más lejana esta, se hace más
bonita, eso no se puede evitar. Ella va escribiendo su historia en otro
mundo, yo anhelo alguna vez conocer ese mundo.
Ella dibuja sonrisas a su paso. Tiene motivos para
reír y para llorar, ella es fuerte, sensible, profunda y tierna. No hay color
que no le quede, sobre todo cuando sonríe. Porque cuando ella sonríe, todo
parece más sencillo, como escribir esta historia… sobre lo que alguna vez pudo
ser.